PERDIDO EN EL CEMENTERIO DE SAN ATILANO

          De repente con un sobresalto miré a mi alrededor y no vi a mis padres, con angustia constaté que me había perdido.
          Era una tarde soleada y casi cálida de noviembre, ¿qué edad podría tener?, dos, tres o cuatro años.
          Después de la sorpresa inicial, pensé en que tenía que encontrar la manera de regresar solo a casa, y para ello traté de recordar los lugares por donde había pasado para llegar al cementerio, y como no conocía el camino, recurrí a situar como puntos de referencia lugares que habían quedado fijados en la memoria, uniéndolos todos me conducirían al último punto conocido, mi casa. Había cruzado el río para llegar hasta allí y el río se cruza por un puente. El primer paso sería caminar hasta llegar al río y buscar el puente. Al otro lado del río en la muralla estaba la puerta del Obispo como punto de referencia. El siguiente punto de referencia era la actual avenida de la feria, tenía situado ese punto espacial y no tenía más que ir en esa dirección. Una vez allí estaba en el terreno conocido y podría llegar a casa. Ensimismado en estos pensamientos, me encontraron mis padres que me buscaban. Con un sentimiento agridulce, porque aquí finalizaba lo que empezaba a ser una aventura interesante.