CÓMO ÉRAMOS!
Ir a Francia sin tener ninguna referencia, direcciones,... y yo creo que sin tener ningún plan, el único plan era llegar a la frontera. Y a partir de ahí empezar a improvisar. Y a falta de buena información, una teoría, "si das un paso provocas el paso siguiente, y así sucesivamente". ¡Y funcionó!
Enero 2017
BORDEAUX
Salí de la estación y me introducí en el ajetreo de las calles bulliciosas en una tarde de verano. Un anuncio sobre la fachada de un restaurante atrajo mi atención. Era un restaurante de españoles, les pedí alojamiento y me propusieron ir a un hotel cercano uno o dos días, hasta que quedara libre una habitación.
La primera sorpresa esa noche fue escuchar desde la cama a través de la ventana hablar en español, no sería la única vez en que yendo por la calle escuchase hablar en castellano.
El gerente del hotel antes de que tomase las escaleras para encaminarme a mi nueva habitación, me dijo: "Hay unos jóvenes españoles que mañana van a trabajar, si quiere puede ir con ellos".
Enero 2017
INTERIOR. HABITACIÓN DE HOTEL Dibujo/papel, 22 x 19 cm. Agosto 1965 |
HOTEL VÍCTOR HUGO
Y me pareció una buena idea. Eran unos magníficos chavales de Tafalla con los que pasé todo el tiempo de mi estancia en Bordeaux.
El día anterior habíamos estado trabajando en una fábrica de conservas, La Francal, habían descargado un trailer cargado de alcachofas y sentados en la base del montón cónico, nuestra misión era arrancar el rabo de la alcachofa.
Enero 2017
YO SOY REPUBLICANO
No recuerdo porqué razón, pero al día siguiente empezábamos un nuevo trabajo en la construcción. Y de madrugada me vi en la cabina de una camioneta camino de la obra. Con la preocupación de que tenía la muñeca de la mano derecha inutilizada, con la que rompía con el canto de la mano de un golpe los rabos de las alcachofas, no la podía mover sin dolor agudo y no podía decir nada por no perder el trabajo.
Descendimos del camión en la obra y un hombre joven me dio una pala y me indicó que debía cargar el montón de arena en la caja del camión.
Al primer intento la pala se dio la vuelta y se derramó la arena. Entonces el joven tomó la pala y mientras comenzó a cargar el camión me dijo: "Yo soy republicano".
Descendimos del camión en la obra y un hombre joven me dio una pala y me indicó que debía cargar el montón de arena en la caja del camión.
Al primer intento la pala se dio la vuelta y se derramó la arena. Entonces el joven tomó la pala y mientras comenzó a cargar el camión me dijo: "Yo soy republicano".
Enero 2017
FONDERIE GARNIER
"TIENE USTED MANOS DE ARTISTA"
El excursionista había llegado a su destino, la frontera. A la salida de la estación, la fachada daba a otro país a otra manera de vivir, y en el mismo umbral se quedó observando lo que se ofrecía a su vista enfrente, las fachadas eran distintas, los anuncios tenían otro carácter, la manera de moverse la gente, los taxis le daban una impresión nueva que sentía por primera vez.
Mi puesto en la fundición estaba en una máquina amoladora, tenía que eliminar los restos de los bebederos resultado de cortar y separar los racimos de piezas de fontanería que salían de los moldes de arena.
Procuraba seguir el ritmo de la forma, eliminar el sobrante y dar continuidad a la forma. Si hay salientes o irregularidades la herramienta de corte del torno mecánico golpetea al llegar a las irregularidades. Se me ocurrió pensar que los torneros, o el tornero apreció mi trabajo porque un día se presentó el patrón y me dijo: ¡Tiene usted manos de artista! Y en la oficina me preguntaban qué estudiaba.
Y me trajeron la hélice de un barco para que la repasara.
Enero 2017
BOLETÍN DE PAGO DE LA FUNDICIÓN |
EL EXCURSIONISTA
1965
(FRAGMENTO)
Comenzó a recorrer esta ciudad, caminando lentamente por el centro. Observó que esa parte era la más coherente, pues sus edificios se agrupaban con arreglo a la idea que él tenía de una ciudad, alejándose del centro las casas se aislaban más rodeadas de jardines por una verja, tapias bordeadas de setos que ocultaban su interior, o pequeñas granjas entre las que pasaba la calzada surcada de vez en cuando por automóviles y ligeras motocicletas a bastante velocidad, y sus aceras por una mujer que regresaba a su casa de la compra con el pan en la bolsa. Otra diferencia con la parte más céntrica es que en ella el tráfico es más abundante y el tránsito de la gente mayor, pasa ante las tiendas de zapatos, mercerías o tejidos o miraba postales en los aparatos colocados en la calle frente a la tienda, o entraba en las librerías y tiendas de discos y en la plaza con pantalones cortos compran fruta expuesta en la calle junto a la entrada de las fruterías.
1965
DIBUJO DE BORDEAUX Dibujo/papel, 31,5 x 45 cm. 1965 |
PLAZA GAMBETTA. BORDEAUX Dibujo/papel, 22 x 31,5 cm. Agosto 1965 |
RESTAURANTE DE ESPAÑOLES Dibujo/papel, 22 x 31,5 cm. Agosto 1965 |
DIBUJO Dibujo/papel, 22 x 31,5 cm. Agosto 1965 |
JARDÍN PÚBLICO Dibujo/papel, 22 x 31,5 cm. Agosto 1965 |
DIBUJO Dibujo/papel, 22 x 31,5 cm. Agosto 1965 |
EL LÍDER DEL GRUPO Dibujo/papel, 21,5 x 16 cm. Agosto 1965 |
EL EXCURSIONISTA
RESIDENCIAS UNIVERSITARIAS
(FRAGMENTO)
El día era gris como gris había sido mi llegada. Húmedo desde que me levanté, pero claro.
Habíamos llegado en un automóvil, después de abandonar la ciudad y las rutas generales que salen de ella y conducen hacia otras poblaciones; habíamos derivado por una ancha pista de asfalto, que parecía conducirnos a algo determinado y del cual yo esperaba que se desvelase por momentos. Al fin llegamos a una pequeña plaza de tierra, rodeada por tres lados por bloques en construcción (lo exterior a ellos era el campo), el piso de tierra era desigual y estaba húmedo, había montones de tierra y charcos y en la periferia máquinas, quizá.
Donde se detuvo el coche, con su morro hacia las construcciones, había algunos ya inmóviles.
Salí del coche y esperé, desconocía mi misión y permanecí de pie, observando todo lo que veía a mi alrededor. El patrón también había descendido del coche y hablaba con un empleado al que yo veía por primera vez, posiblemente sobre mi utilización. En su mano tenía dos útiles nuevos con el mango de madera y la hoja de acero; no sé cómo uno de ellos llegó a mis manos, y cuando me volvía para encaminarme, sentí que se me llamaba y me acerqué hacia ellos: se me pidió el útil (indudablemente no era para mí). De nuevo me quedé perplejo esperando allí de pie.
Al fin me encaminé con uno de los compañeros con el que había venido, cruzando sobre la tierra húmeda y gris, hacia uno de los bloques. Caminando entre los montones de tierra y pasando por un estrecho tablón que sobre una zanja comunicaba con el umbral más oscuro de la construcción; al poco me hallé pasando entre varios pasillos que no recuerdo, en una pequeña habitación con varios ángulos de la que tampoco recuerdo su estructura. Mi amigo penetró conmigo, y al poco se marchó a su ocupación (que él ya tenía), y me quedé solo. Entonces pude observar las paredes blancas de yeso, algo grisáceas, las aberturas sin puerta, y por la ventana sin cristales el ambiente gris exterior. Realmente yo no sabría haber salido, así pues, me encontraba allí en cierto modo aislado entre esas paredes lisas y blancas de yeso que una ligera penumbra las envolvía; quizás crucé el umbral, algo más oscuro, pero volví al interior.
Aún no comprendía la situación, y allí esperaba a que alguien entrara por la puerta y se ocupara de mí, cosa que tenía que ocurrir.
Al fin llegó precisamente la persona que antes había estado hablando con el patrón, se acercó a mí y me condujo a una habitación semejante a ésta; y allí en la pared, con un útil igual al que yo había tenido en las manos, pero más viejo, después de indicarme lo que debía de hacer, como ejemplo práctico, tomó en sus manos la parte de madera, e impulsando la hoja de acero con rapidez y potencia describiendo un círculo rozando la pared, que a su paso sobre ella soltó un polvo mezclado de virutas blancas, quedando sobre la pared con la misma violencia; después me lo entregó a mí para que lo repitiese. Al fin cruzó el umbral, cuando yo me disponía por fin a comenzar mi tarea, mas se quedó mirando asomando su cabeza por el marco de la puerta por unos segundos antes de marcharse finalmente, mientras yo rozaba la pared. Entonces volvió a entrar y me señaló cómo debía de sujetarlo. Y se fue definitivamente.
Cuando ya solo probé de nuevo a raspar la pared, y con un impulso pretendí hacer resbalar la hoja de acero sobre ella, comprobé la oposición que me ofrecía, pues frecuentemente se me trababa en la mitad de la trayectoria, y queda frenado en seco mi impulso. Por otra parte el rendimiento no era satisfactorio, pues parecía que la hoja pasaba rozando las escarpaduras sin arrancarlas de raíz, y así era preciso pasar dos o tres veces la hoja.
Pero esto era al principio, más tarde noté una fuerza poder mayor en mi brazo que dejaba la pared limpia con bastante rapidez, aunque nunca tuve la impresión de hacerlo tan limpiamente como a él se lo vi hacer con tan rápidas pasadas. Pero esto debía ser debido en parte a mi imaginación pues la pared aparecía limpia y completamente lisa. Después de hacer la primera habitación hice las del pasillo... y con los días varios pisos; y así fueron pasando hasta hallarme en esta situación presente: (entre tanto ha llovido, y he visto a través de la ventana el bosque rodeando el prado verde lleno de misteriosos rincones. Y algún amanecer, ese bosque bañado por los primeros tenues rayos de sol).
Habíamos llegado en un automóvil, después de abandonar la ciudad y las rutas generales que salen de ella y conducen hacia otras poblaciones; habíamos derivado por una ancha pista de asfalto, que parecía conducirnos a algo determinado y del cual yo esperaba que se desvelase por momentos. Al fin llegamos a una pequeña plaza de tierra, rodeada por tres lados por bloques en construcción (lo exterior a ellos era el campo), el piso de tierra era desigual y estaba húmedo, había montones de tierra y charcos y en la periferia máquinas, quizá.
Donde se detuvo el coche, con su morro hacia las construcciones, había algunos ya inmóviles.
Salí del coche y esperé, desconocía mi misión y permanecí de pie, observando todo lo que veía a mi alrededor. El patrón también había descendido del coche y hablaba con un empleado al que yo veía por primera vez, posiblemente sobre mi utilización. En su mano tenía dos útiles nuevos con el mango de madera y la hoja de acero; no sé cómo uno de ellos llegó a mis manos, y cuando me volvía para encaminarme, sentí que se me llamaba y me acerqué hacia ellos: se me pidió el útil (indudablemente no era para mí). De nuevo me quedé perplejo esperando allí de pie.
Al fin me encaminé con uno de los compañeros con el que había venido, cruzando sobre la tierra húmeda y gris, hacia uno de los bloques. Caminando entre los montones de tierra y pasando por un estrecho tablón que sobre una zanja comunicaba con el umbral más oscuro de la construcción; al poco me hallé pasando entre varios pasillos que no recuerdo, en una pequeña habitación con varios ángulos de la que tampoco recuerdo su estructura. Mi amigo penetró conmigo, y al poco se marchó a su ocupación (que él ya tenía), y me quedé solo. Entonces pude observar las paredes blancas de yeso, algo grisáceas, las aberturas sin puerta, y por la ventana sin cristales el ambiente gris exterior. Realmente yo no sabría haber salido, así pues, me encontraba allí en cierto modo aislado entre esas paredes lisas y blancas de yeso que una ligera penumbra las envolvía; quizás crucé el umbral, algo más oscuro, pero volví al interior.
Aún no comprendía la situación, y allí esperaba a que alguien entrara por la puerta y se ocupara de mí, cosa que tenía que ocurrir.
Al fin llegó precisamente la persona que antes había estado hablando con el patrón, se acercó a mí y me condujo a una habitación semejante a ésta; y allí en la pared, con un útil igual al que yo había tenido en las manos, pero más viejo, después de indicarme lo que debía de hacer, como ejemplo práctico, tomó en sus manos la parte de madera, e impulsando la hoja de acero con rapidez y potencia describiendo un círculo rozando la pared, que a su paso sobre ella soltó un polvo mezclado de virutas blancas, quedando sobre la pared con la misma violencia; después me lo entregó a mí para que lo repitiese. Al fin cruzó el umbral, cuando yo me disponía por fin a comenzar mi tarea, mas se quedó mirando asomando su cabeza por el marco de la puerta por unos segundos antes de marcharse finalmente, mientras yo rozaba la pared. Entonces volvió a entrar y me señaló cómo debía de sujetarlo. Y se fue definitivamente.
Cuando ya solo probé de nuevo a raspar la pared, y con un impulso pretendí hacer resbalar la hoja de acero sobre ella, comprobé la oposición que me ofrecía, pues frecuentemente se me trababa en la mitad de la trayectoria, y queda frenado en seco mi impulso. Por otra parte el rendimiento no era satisfactorio, pues parecía que la hoja pasaba rozando las escarpaduras sin arrancarlas de raíz, y así era preciso pasar dos o tres veces la hoja.
Pero esto era al principio, más tarde noté una fuerza poder mayor en mi brazo que dejaba la pared limpia con bastante rapidez, aunque nunca tuve la impresión de hacerlo tan limpiamente como a él se lo vi hacer con tan rápidas pasadas. Pero esto debía ser debido en parte a mi imaginación pues la pared aparecía limpia y completamente lisa. Después de hacer la primera habitación hice las del pasillo... y con los días varios pisos; y así fueron pasando hasta hallarme en esta situación presente: (entre tanto ha llovido, y he visto a través de la ventana el bosque rodeando el prado verde lleno de misteriosos rincones. Y algún amanecer, ese bosque bañado por los primeros tenues rayos de sol).
1965